Descripción
Mis discursos en la Escuela son coloquiales, familiares, llenos de anécdotas y, a menudo, jocosos; preparados así a propósito para adaptarse a la ocasión. Al final de la semana me reúno con los estudiantes y los encuentro cansados por causa de otros estudios más rigurosos, por lo que me parece mejor ser tan vivaz e interesante en mis conferencias como me sea posible. Se han hartado de estudios clásicos, matemáticas y teología, y solo están en condiciones de recibir algo que atraiga y mantenga su atención, y que inflame sus corazones.
La solemne tarea en que se ocupan los ministros cristianos demanda el todo de un hombre, y ese es un todo en su más alto grado. Entregarse a ello con poco entusiasmo es insultar a Dios y al ser humano. El sueño debe abandonar nuestros párpados antes de permitir que los hombres perezcan. Y, sin embargo, todos somos dados al sueño como los demás, y los estudiantes también pueden actuar como las vírgenes insensatas; por tanto, he intentado hablar con el alma, tratando de no crear o fomentar el aburrimiento en otros. Quiera aquel en cuya mano están las iglesias y sus pastores bendecir estas palabras para los hermanos más jóvenes en el ministerio; si lo hace, me consideraré más que recompensado y alabaré con gratitud al Señor.
C.H. Spurgeon
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