Descripción

Hace dos mil años, Jesucristo reveló al Padre a la humanidad, no como un castigador enojado de los pecadores, sino como un perdonador misericordioso empeñado en la reconciliación con sus hijos e hijas perdidos. A través del sacrificio perfecto de Cristo, el Padre se aseguró de que dentro de esta relación reconciliada con Él, nada de lo que pudiéramos hacer pudiera separarnos de Su amor. Nos hizo impunes. Sin embargo, el cuerpo de Cristo lucha por crear una cultura relacional que refleje con precisión el corazón del Padre, una cultura de amor maduro que aleja el miedo al castigo (1 Juan 4:18) y lleva a las personas que pecan en un viaje de arrepentimiento, restauración y reconciliación. De hecho, el miedo al castigo a menudo parece tener el mayor poder a nivel de liderazgo en la mayoría de las iglesias. Muchos líderes viven en aislamiento y desempeño, y a menudo se queman o colapsan moralmente, porque creen que si tienen algún problema, serán castigados, una creencia que con demasiada frecuencia se realiza. Al mismo tiempo, estos líderes luchan por ver cómo pueden dirigir y proteger a las personas sin usar herramientas de castigo cuando las personas pecan. La impunidad es un llamado a todos los creyentes, pero especialmente a los líderes, para poner fin a nuestra relación amorosa disfuncional con el miedo al castigo y construir una cultura relacional que permita a las personas caminar a la luz de la libertad y el amor, poseer y limpiar sus problemas y madurar en hijos e hijas que se parecen al Padre.